La comida va ligada a la supervivencia y por tanto innegablemente al ser humano y su funcionamiento. Desde niños nos premian y castigan con la comida y el cerebro registra esa información y la integra en la vida cotidiana. No es por tanto un acto vital cualquiera, el acto de alimentarnos viene asociado a múltiples factores, situaciones, emociones, …
El estado de ánimo influye en la forma de alimentarnos el simple hecho de estar contento o, por el conmociones, ..trario, deprimido, puede influir y determinar la forma de llevarlo a cabo y, como prueba de ello, la comida se convierte en el refugio más fácil y accesible. la acción de comer aporta una sensación de bienestar.
Es probable que si nos encontramos en un estado de serenidad es más fácil que nuestra alimentación sea adecuada. Pero si por el contrario experimentamos emociones que consideramos desagradables como la tristeza, el enfado o la ansiedad, tendemos a buscar formas de manejar ese estado de ánimo vivido como negativo y esto puede propiciar que busquemos el alivio o el refugio en la comida.
¿Qué es la ingesta emocional?
Definimos la ingesta emocional como la conducta de comer en respuesta a estados afectivos. Las personas que presentan este tipo de ingesta tienen dificultades a la hora de distinguir entre la sensación de hambre y otros estados negativos que les sobrevienen. Usando la comida para serenarme, distraerme o no pensar, como forma de lidiar con mi emoción incomoda o no deseada, aparece una respuesta “efectiva” momentáneamente, y eso provoca que en un futuro exista una mayor probabilidad de hacer lo mismo. Las personas desarrollamos conductas aprendidas que responden a hechos placenteros o de desagrado. Así, el alimento se convierte en un regulador emocional y por tanto aparece la ingesta emocional.
¿Cómo identificarla y diferenciarla del hambre física?
- El hambre emocional es repentina, mientras que el hambre fisiológica es gradual y paulatina.
- El hambre emocional es urgente, mientras que el hambre fisiológica puede hacerse esperar.
- El hambre emocional requiere de comidas específicas, mientras que el fisiológico está abierto a diferentes opciones.
- El hambre emocional no se satisface al sentir plenitud, mientras que el hambre fisiológica se acaba al estar satisfecho.
- El hambre emocional genera sentimientos negativos al acabar, mientras que el hambre fisiológica, no.
Algunas consecuencias a largo plazo
- Generar un problema de alimentación importante: trastornos de la conducta alimentaria (atracones, anorexia y/o bulimia).
- Problemas de sobrepeso u obesidad.
- Estados afectivos congruentes con la depresión y ansiedad
- Aislamiento social
- Dificultad para resolver conflictos o dar solución a estados emocionales diversos…
¿Qué se puede hacer para regular las emociones de forma más sana?
- Identificar las emociones y reconocer que pensamientos activaron las emociones vividas como incómodas.
- Generar pensamientos alternativos y realistas (congruentes con la situación) y trabajar en dar solución al conflicto.
- Realizar actividad física
- Cuidar el momento del descanso y sueño
- Buscar ayuda profesional
En conclusión, el balance entre una adecuada alimentación y el manejo de las emociones es importante para una buena salud física y mental. Es fundamental que comprendamos que la alimentación puede aparentar ser una solución temporal para manejar las emociones, sin embargo las consecuencias a largo plazo pueden ser perjudiciales tal y como mencionamos con anterioridad, debido a que en lugar de permitimos afrontar las situaciones de forma sana y superar los problemas de manera efectiva, contribuye a generarnos mayor cantidad de dificultades físicas y emocionales, razón por la que es vital que busquemos y logremos un equilibrio entre la forma en que nos alimentamos y el manejo de nuestras emociones.
Fuente: ITA