“Por lo general cuándo hablamos de testimonio de un TCA (Trastorno de la Conducta Alimentaria), nos enfocamos en lo mal que la pasamos, del hoyo negro en el que nos metimos, de como nos aislamos, como nos peleamos con los demás y de como nos perdemos momentos únicos por estar enfocados en la comida, peso y ejercicio con tal de alcanzar ese ideal de belleza irreal.
Y sí, pasamos por todo eso y más, pero realmente quiero que este testimonio tenga significado y enfocarme en la esperanza de la recuperación. En esta puerta que se me abrió después de 13 años de cronicidad que me cambió la vida y me encantaría que todas las personas que pasan por un TCA puedan experimentar esta nueva vida.
Durante muchos años no creía en que yo pudiera recuperarme, la anorexia se había convertido en mi vida y no sabía quien era yo sin ella. Todo ese tiempo pensé que mi vida sería así, con ansiedad y miedo intenso a un plato de comida, Pero cambio radicalmente en el momento que me permití vivir el proceso de la recuperación que jamás había podido experimentar por el miedo que tenía.
Tuve varias recaídas y me preguntaba que había pasado esta última vez que pude alcanzar la recuperación completa y la respuesta fue muy sencilla por primera vez cerré los ojos, confié y me dejé guiar por mis terapeutas a pesar de lo difícil que podía estar siendo. Por primera vez me permití vivir una vida libre de TCA y experimentar esta libertad y plenitud que se vive cuándo decides tomar la delantera de tu vida y dejar atrás a la enfermedad.
Estar recuperada es el mejor regalo que me ha traído la vida, es una sensación tan hermosa que no puedo explicar con palabras, pero que si puedo asegurarles que valdrá la pena. Mi vida cambió cuando deje de presionarme por alcanzar un ideal de belleza y darme cuenta que cada uno de nosotros somos nuestro propio ideal de belleza, mi vida cambio cuando me deje de preguntar porqué a mí y lo cambié por un para qué y fue justamente para valorar la vida, para convertirme en esta persona tan plena que soy hoy en día, para madurar, para darme cuenta lo fuerte que soy y el valor que tengo como persona.
El proceso fue de las cosas más difíciles que he vivido, pues básicamente tuve que exponerme a lo que más miedo me daba, la comida y los cambios en el cuerpo, tuve que luchar contra mi propia mente y confiar ciegamente en mis terapeutas; ellos sembraron en mi la semilla de la recuperación y juntos la hicimos crecer. Les agradezco la vida porque a pesar de verme caer muchas veces, siempre estuvieron para levantarme e hicieron hasta lo imposible para verme alcanzar la recuperación ( básicamente se inventaron programas para que pudiera salir adelante y mucho tuvo que ver el esfuerzo y empeño que le puse al tratamiento), me dieron la oportunidad de comenzar de nuevo, me devolvieron la vida y eso es algo que estaré eternamente agradecida porque a pesar de que yo no confiaba en mí, ellos siempre lo hicieron y vieron más allá de mi enfermedad.
Tuve que desaprender todo lo que la enfermedad me enseñó y aprender lo que realmente era la vida. Hoy puedo disfrutar de la comida sin miedo, hoy puedo hacer ejercicio desde una forma placentera y no desde la compensación, hoy puedo vivir y enfrentar lo que la vida me trae.
Mi consejo para todos los que están pasando por un TCA es que pidan ayuda, pero más que esto es que confíen en los terapeutas cuando les dicen cómo se van a sentir y después todo irá tomando forma, es verdad y se los puedo confirmar ya que pasé por esa etapa que pensaba que nunca terminaría, pero ahora desde el otro lado puedo decir que si tiene un fin. No vale la pena malgastar su tiempo en la enfermedad, pero lo que si puedo asegurar es que volvería a pasar por todo lo que viví con tal de estar así de feliz como hoy en día.
Con más oscuro que se vea el camino, siempre hay una luz esperando y eso es la recuperación completa. ES AHÍ CUANDO LA CÁRCEL DEL TCA DESAPARECE, Y APAREZCO YO.
Todo este aprendizaje me sirvió mucho para hoy en día poder transmitírselo a más personas, tener mucha más empatía y poder apoyar a estas personas durante su proceso. No hay nada que me da más satisfacción que saber que puedo ayudar desde mi vivencia”.