Aunque este movimiento inició desde antes del 2000, el interés en el tema incrementó alrededor del año 2012, cuando artistas como “Lady GaGa”, realizaron en respuesta a críticas sobre su imagen corporal, una declaración relacionada con la aceptación por el cuerpo sin importar el peso o los “defectos” observados por otros. Esto, aunado a la confesión de padecer un trastorno de la conducta alimentaria desde los 15 años. Durante los años siguientes, se han sumado artistas a este movimiento de amor propio y satisfacción corporal, tales como Taylor Swift y Demi Lovato, quienes se encuentran en recuperación igualmente de un trastorno alimenticio. (Sastre, 2016, págs. 1-3)
Este movimiento aparece como consecuencia de años de vivir bajo la presión social sobre el cuerpo ideal, el cual está definido por las artistas y modelos de moda, quienes llevan a las adolescentes a desarrollar un deseo en muchos casos, inalcanzable de delgadez. Esta teoría está demostrada en un estudio realizado en las islas Fiji en donde las adolescentes de una escuela fueron interrogadas para la identificación de factores o conductas de riesgo para el desarrollo de trastorno alimenticios, antes y posterior a la introducción de la televisión, el resultado fue el incremento en la preocupación corporal, conductas purgativas y dismorfia corporal, al tener como nuevos modelos de belleza a los actores participantes de dramas televisivos. (Becker, 2004, págs. 1-2)
Estos antecedentes marcan la importancia de la presencia del movimiento “Body positive” para las siguientes generaciones, ya que promueve e invita a sus seguidores a empoderarse en identificarse bellas, aceptarse tal cual son y ver más allá de sólo un estándar de belleza, así seas delgada, con sobrepeso o incluso obesidad.
Junto con este movimiento cada vez se encuentra más resonante el tema de: “fat talk”; incluyendo sus orígenes y consecuencias. Este se define como cualquier plática enfocada a la crítica del peso, diálogos que forman parte de la vida diaria en diversas partes del mundo y estratos sociales; se ha vinculado con el aumento de síntomas de depresión en pacientes que ya se conocen con el diagnóstico, así como con el desarrollo de conductas de riesgo con la alimentación.
Estudios identifican que el “fat talk” es parte de una norma social, que envuelve incluso a las personas que no comparten esta idea con tal de no ser rechazados. Además, contrario a lo que podría pensarse se ha identificado que el “fat talk” es mucho más prevalente en las personas con sobrepeso y obesidad, por lo tanto, se incrementa con el grado de insatisfacción corporal, y puede poner dañar aún más la autoestima de las personas que lo practican y que reciben críticas externas asociadas al peso. (Amy Shannon, 2015, págs. 158-172).
Por lo tanto, se puede decir que el “body positive” combate dentro de su ideología al “fat talk”, ya que las consecuencias de este último son lo que se busca evitar. Parecería que queda clara la importancia del tema del “body positive”, sin embargo, aún existe revuelo en su definición y las consecuencias del mismo. Revistas como el New York Times, han publicado artículos en donde declaran riesgos de este movimiento, ya que al promover la aceptación y el amor propio a las personas con sobrepeso y obesidad se genera contradicción hacia una campaña de salud que también tiene gran importancia, o más bien en la que organizaciones como la OMS están enfocados. El lector sabrá probablemente en estos momentos que el tema se dirige hacia la campaña contra la epidemia de la obesidad que se asocia a enfermedades como diabetes mellitus, hipertensión, problemas de colesterol, cada uno, factores que también llevan al desarrollo de enfermedades cardiovasculares, ensombreciendo así la campaña del body positive y creando confusión entre lo que es correcto y lo que puede llevar a resultados inaceptables, entre la línea de la desnutrición ocasionada por los trastornos de la conducta alimentaria y el ya conocido problema de salud “la Obesidad” (deVos, 2018, pág. 23) (World Health organization) (Callahan, 2019, págs. 16,20-25).
En conclusión, aún queda trabajo en esclarecer la aplicación del “Body Positive”. No se trata de fomentar la obesidad, sino un estado saludable en donde la conexión, espiritual, mente y salud física, sean llevadas en un eje que no lleve al usuario a atravesar guerras de baja autoestima, desarrollo de depresión o el crear un vínculo entre emociones y alimentos. Así mismo, el retirar el “fat talk” y sus resultados dañinos de nuestra cultura, es importante continuar realizando investigación con respecto a estos temas sociales, que forman parte de la cotidianidad del ser humano y que en nuestros adolescentes pueden llevar a consecuencias graves en la salud mental y física.
Bibliografía
Amy Shannon, J. S. (2015). Correlates, causes, and consequences of fat talk: a review. Body image, 158-172.
Becker, A. E. (2004). TELEVISION, DISORDERED EATING, AND YOUNG WOMEN IN FIJI: NEGOTIATING BODY IMAGE AND IDENTITY, DURING RAPID SOCIAL CHANGE. Medicine and psychiatry, 533-559.
Callahan, E. A. (2019). Current Status and Response to the Global Obesity Pandemic: Proceedings of a Workshop (2019). En E. A. Callahan, Current Status and Response to the Global Obesity Pandemic: Proceedings of a Workshop (2019) (págs. 16,20-25). Washington, DC: The national academies of Sciences, Engineering, and Medicine.
DeVos, K. (2018). The Problem With Body Positivity. The New York Times, 23.
Sastre, A. (2016). Towards A Radical Body Positive: Reading The online body positive movement. Pennsylvania: penn libraries.
World Health organization. (s.f.). World Health organization. Recuperado el 29 de 02 de 2020, de World Health organization: https://www.who.int/nutrition/topics/obesity/en/
Autor: Dra. Sugely Fonseca Martínez